Repasamos la vida de Rafa López, el cura que abandonó el convento para participar en ‘Gran Hermano’

Hay que remontarse al año 2002 para ver cómo Rafa López abandonaba el convento para sumergirse en la experiencia de «Gran Hermano», cosa que cambiaría su vida para siempre. El cura de profesión se convirtió en el tercer finalista del popular reality show, pero lo que originalmente planeaba ser un breve paréntesis en su vida sacerdotal, terminó siendo un punto de inflexión significativo ya que nada volvería a ser lo mismo desde entonces.

A su salida de la casa, Rafa dejó atrás los hábitos y optó por vivir su sexualidad de manera abierta y libre. En la actualidad, está casado con Ramón, disfrutando de una vida laica alejada de la polémica televisiva y compartiendo su hogar con sus queridos perros. Eso sí, hasta llegar ahí, la cosa fue un poco más compleja.

Después de su paso por «Gran Hermano», Rafa López se sumergió en el mundo del marketing digital, estudiando un Máster en la materia en Roma. Durante su estancia en Italia, trabajó en Radio Vaticano, pero finalmente se decantó por el marketing en lugar del periodismo. En la actualidad, ejerce su profesión en una consultoría, una agencia de comunicación y como «digital manager» para un coach.

No se libra de las polémicas

La vida de Rafa también ha estado marcada por una incursión en el mundo de la hostelería… de la peor forma posible. En 2017, abrió las puertas del «Café Farmacia», una cafetería ubicada en el bohemio barrio madrileño de Malasaña. «Es muy conocido por su fachada, porque era la antigua farmacia Juanse y la fachada sigue teniendo los azulejos de 1940″, explicó en una entrevista para Outdoor. «Yo hago de todo: pastelero, camarero… De todo», aseguró.

«Trabajamos mucho los fines de semana y no me reconocen. Por suerte. Bueno, me da igual y no importa, pero GH es una etapa de mi vida divertida de hace años. Ahora estoy con este proyecto. Lo cogimos desde muy, muy abajo y el sitio es muy peculiar«. Sin embargo, esta aventura no estuvo exenta de controversias legales con los propietarios del local hasta el punto de llegar a coacciones y amenazas. Una locura.

La decisión de abandonar la vida monástica supuso un cambio radical para Rafa López, quien reconoció en una entrevista en 2018 que su experiencia en «Gran Hermano» le hizo replantearse su papel en la Iglesia. Desde entonces, ha abrazado una vida laica, encontrando la felicidad junto a su esposo y construyendo una carrera exitosa en el ámbito del marketing digital. Aunque su paso por el convento quedó atrás, su historia es un testimonio de lo mucho que nos puede cambiar la vida casi de un día para otro (sobre todo si pasas por GH).

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Fuente: Telecinco.

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