Las cosas que puede captar una cámara de seguridad son, en ocasiones, como para hacer una película… y hoy, como ya os hemos adelantado en el título, estamos ante uno de esos días. Y es que muchas veces estas historias virales son bonitas y muestran la mejor faceta del ser humano, pero en otras ocasiones son todo lo contrario. Y ya os podéis imaginar por dónde van los tiros.
Todo comienza cuando una repartidora británica pica a la puerta de un cliente y se lleva una sorpresa tremendamente desagradable: el que sale a recoger el pedido era su marido y este, en lugar de estar trabajando, estaba en casa de otra mujer.
«¿Qué estás haciendo aquí?», fue lo primero que le soltó ella a Adam, su marido, justo cuando se cruzaron las miradas. «Se supone que deberías estar en Londres. ¿Este es el viaje de trabajo? ¿Es en serio? ¿Es real o es una broma?».
La cosa es que él, por lo visto, se queda completamente mudo, como en shock, y es en ese momento que ella empieza a gritarle para que reaccione porque ya ve por dónde va la cosa: «¡Di algo, por el amor de Dios!». «Déjame ver quién eres. ¡¿Quién eres?!», acabó gritándole a la mujer que ella intuía que estaba en el interior de la casa. Y no se equivocaba.
«Adam, ¿qué son esos gritos?», otra voz femenina que, para la protagonista, era la amante de su pareja. «¡Soy su mujer, por eso son los gritos!», le soltó la repartidora, ya fuera de sí.
Las dos se dieron cuenta del engaño
«¿Qué? ¿Mujer?», le soltó la otra mujer, dejando claro que ella no tenía ni idea de que Adam, el hombre con el que estaba manteniendo una relación, estaba casado. Él, en un acto de total cobardía, acabó por hacer como que no conocía a su mujer: «Es la mujer repartidora, ¿puede darnos nuestra comida, por favor?».
¿De verdad estás haciendo esto?», le soltó ella, ya riéndose por no llorar. «Vivimos juntos desde hace tres años. Me dijo que tenía un viaje de trabajo». Fue en ese momento que la segunda mujer, viendo el panorama, también cargó contra él: «¡Eres un maldito cer**!».
«No te estoy mintiendo, ¿cuánto tiempo lleva contigo?», le preguntó la rider a la otra mujer, que no daba crédito. Ella le explicó que tan solo llevaban unos meses y, al final, se puede ver cómo le dice que se vaya de su casa, que ahí no pasará la noche. Su mujer, por supuesto, también le dijo que a su casa no iba. «¡Te puedes ir a la acequia a la que perteneces, asque**** cer**!», le acabaron soltando.
Fuente: 20 minutos.
Por último, esperamos que esta cabra te alegre el día:
