Hablar de Hollywood es, lamentablemente, hablar también de los conocidos como ‘juguetes rotos’. Estos no son más que niños y niñas que comenzaron sus andadas en el mundo de la interpretación muy jóvenes, tuvieron muchísimo éxito en su momento y que, con los años, además de dinero, también les llegaron una serie de problemas (adicciones, despilfarros, delitos…). En la mayoría de esos casos, aquellos jóvenes actores acaban retirándose para siempre de la industria.
De todos los casos que podríamos tratar, hoy nos centraremos en el de Michael Oliver, un nombre que puede que no os suene de nada, pero que si os decimos que es aquel niño pelirrojo con cara de malo que protagonizó «Este Chico es un Demonio»… puede que ya os hagáis una idea de quién estamos hablando.
Michael tocó la cima de su fama con la cinta en la que dio vida a Junior y su secuela y, después de eso, se retiró de la industria del cine y se alejó del ojo público todo lo que pudo.
De hacer diabluras al anonimato
En 1995 tuvo una participación en la película Dillinger and Capone, pero la cosa no pasó de la anécdota y, desde entonces, no lo hemos vuelto a ver ni en la pequeña ni en la gran pantalla.
¿En qué ha trabajado todo este tiempo? Pues se ha especulado mucho con que trabajó (o trabaja) para la Policía estadounidense, pero de esto no hay ninguna prueba más allá de lo que circula por algunos foros de Internet.
De él solo se tienen algunas fotos que se han ido filtrando a lo largo de los años y en las que podemos apreciar que luce completamente diferente a cómo lo recordamos en aquellas míticas películas… pero es que, con 42 años, lo raro es estar igual que con 10.
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Lo que está claro es que Michael quiso alejarse por completo de la industria del cine y mantener su vida en la privacidad más absoluta. Y no podemos culparlo viendo cómo han acabado algunos de sus compañeros de profesión.
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Por último, esperamos que este erizo te alegre el día:
