Marino, de 65 años de edad, llegaba al restaurante del amor de First Dates desde Valencia con ganas de conocer a su media naranja. Su cita era María Gisela, una alicantina de 61 años que deseaba volver a enamorarse: «Me salté etapas en la vida porque fui madre muy joven y ahora necesito vivir», expresaba.
De primeras, a María Gisela le ha parecido «un hombre atractivo»; él, sin embargo, no veía con buenos ojos su edad: «Está bien, pero estoy acostumbrado a salir con chicas de unos 35 años o como mucho 45. No hay color…», decía.
De camino a la mesa, Marino se fijó en Laura Boado, una de las camareras del programa y exconcursante de ‘La isla de las tentaciones’, y le preguntó si tenía novio. «¿Yo? Tengo muchos novios», respondió ella, a lo que Marino soltó: «Pues tú y yo bailamos y ellos que miren«.
Laura les trajo la cuenta y Marino volvió a intentarlo
La cita fluyó de forma distendida, pero a la hora de pagar, Marino volvió a intentar ligar con Laura y no se cortó ni un pelo: «Yo quisiera que pasase algo entre nosotros«, le soltó sin ningún tipo de tapujo. Ella fue muy contundente: «Pues no puede ser».
A María Gisela, que lo había visto todo, no le gustó nada el comentario. «No me gusta, ni pienso que a mucha gente le gustaría, que la persona a la que estoy conociendo esté pendiente de la camarera y no de mí. Y piropeándola.. a mí no me ha dicho ningún piropo».
Laura le frenó una vez más
Pero eso no fue todo: cuando ya abandonaba el restaurante, quiso dedicarle unas palabras: «Eres bella como tú sola, pero la distancia… «, empezaba. «Son muchos años«, matizaba Laura, frenándole en seco. «Ven tú a Valencia y yo a Madrid. Es un amor prohibido no, imposible… Lo que se quiere se puede», decía finalmente. Como era de esperar, ninguno de los quiso darse una segunda oportunidad.
¿Qué pensáis de Marino y sus comentarios? ¿Cómo habríais reaccionado en el lugar de Laura?
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Fuente: cuatro
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