En un universo donde los estándares de belleza parecen estar escritos en piedra, la historia de Alejandra Marisa Rodríguez destaca como un faro de cambio y desafío pocas veces visto en la historia del modelaje profesional. A sus 60 años, esta abogada y periodista ha irrumpido en el mundo de la belleza con una fuerza inquebrantable y lo cierto es que su perseverancia le ha dado excelentes resultados: se ha alzado como la primera mujer de su edad en ganar el codiciado título de Miss Universo Buenos Aires. Pero su victoria es mucho más que un simple triunfo en un concurso de belleza; es un golpe directo a los prejuicios arraigados sobre la edad y la belleza.
La elección de Alejandra como Miss Buenos Aires no fue solo un evento, fue todo un momento histórico no solo para Argentina, sino también para el resto del mundo. Y todo esto, ojo, en un certamen en el que una de las finalistas tenía 73 años. Así pues, quedó claro que la belleza no tiene límites de edad. Y como ya os podréis imaginar, este potente mensaje va cargado de muchísimos significados.
Un cambio de paradigma
El Dr. Diego Bernardini, un médico y experto en Gerontología, arroja luz sobre esta revolución en la percepción de la belleza. La sorpresa ante la victoria de Alejandra radica en la antigua asociación entre la belleza y la juventud, una asociación que ahora se cuestiona por completo. En lugar de adherirse a los clichés, la sociedad está comenzando a reconocer la belleza en la confianza, la experiencia y la vitalidad que vienen con la edad, dejando de lado (cada vez más) esa obsesión por ‘las arrugas’.
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‘‘Lo que hoy estamos viendo es una nueva realidad que tiene que ver con belleza, con encanto, con sensualidad, con seguridad, con sonrisas», declaró el especialista en edad. Eso sí, también destaca el papel que juega el hecho de que «hoy las personas nos estamos cuidando más».
En ese sentido, destaca que no se trata solo del cuidado ‘físico’, sino también del emocional: »un autocuidado bastante más relevante, que no pasa sólo por cirugías o por tratamientos, sino por cómo gestionamos nuestras propias emociones, nuestra seguridad y cómo capitalizamos todo lo que hemos vivido en las décadas pasadas».
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La participación de Alejandra en el concurso de belleza no solo es un acto de valentía individual, sino un símbolo de cambio social. Su victoria desafía los estereotipos y nos recuerda que la belleza no tiene fecha de vencimiento. Es un recordatorio de que la edad no define nuestro valor o potencial, y que cada arruga cuenta una historia que, efectivamente, vale la pena ser contada.
Para Bernardini, la forma en la que veíamos la edad hace unos años ha cambiado mucho y, de hecho, lo seguirá haciendo en una dirección en la que lo que importará será valorar la edad que se tiene y no la que se quiere tener: »Tenemos que cambiar los conceptos sobre la segunda mitad de la vida y aprender a vivir en una sociedad de nueva longevidad», zanjó el especialista.
Fuente: La Vanguardia.
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