Lleva 12 años caminando descalzo y muestra cómo tiene los pies en la actualidad

En una época en la que el calzado moderno se ha convertido en una parte fundamental de nuestra vida cotidiana, un número creciente de personas ha optado por hacer completamente lo contrario y tomar un camino más… ‘naturalista’, abrazando la práctica de caminar descalzo en todos los entornos posibles. Uno de estos individuos es Robin Greenfield, un estadounidense que lleva más de una década recorriendo las calles sin zapatos, motivado por una profunda conexión con la naturaleza y un deseo de mantener su humildad intacta (cosa muy complicada en la era de las redes sociales).

Para Greenfield, esta práctica se ha convertido en una suerte de «cura de humildad». Desde 2008, cuando vio a uno de sus profesores caminando descalzo durante un viaje, sintió una llamada para emular ese comportamiento a priori ‘extraño’. Aunque se enfrentó a miradas de desaprobación y prejuicios de los demás, Greenfield ha persistido en su convicción de que andar descalzo es un camino hacia la conexión con la naturaleza y la resistencia a las normas sociales impuestas.

«No tenía razón para hacerlo, solo me pareció lo correcto», declaró hace un tiempo para el medio South West News Service. Y es que, en este punto, ya lleva más de 12 años caminando descalzo y siguiendo esta filosofía de vida, por lo que no podemos decir que haya sido un simple ‘arranque’.

Con el tiempo, ha fundado la iniciativa Barefoot School, una plataforma donde comparte sus experiencias y alienta a otros a seguir su ejemplo, presentando el andar descalzo como una forma de reconectar con el entorno. A pesar de las heridas y el dolor en los pies que ha experimentado a lo largo de los años, Greenfield se mantiene firme en su determinación de continuar su estilo de vida descalzo, respaldado por el apoyo de su familia, que también comparte su visión poco convencional de la vida.

Su filosofía ante la mirada de la gente

«El pasado fin de semana fui a un festival donde había 5.000 personas y no había nadie más descalzo. Tuve a un centenar de gente mirándome los pies», reconoció. Pero él, lejos de ‘intimidarse’ por esto, se lo toma como una oportunidad de despertar la curiosidad en la gente por esta práctica tan poco habitual.

Si bien la práctica de andar descalzo tiene beneficios para la salud, es esencial tener en cuenta que su práctica debe realizarse con precaución y conocimiento para evitar posibles lesiones. En un mundo cada vez más dominado por la tecnología y la innovación en el calzado, la elección de prescindir de él representa un enfoque que, como mínimo, resulta interesante. Eso sí, de momento, yo sigo con mis Nikes.

Fuente: La Vanguardia.

Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: