Por suerte la frase «los tiempos están cambiando» cada vez tiene más significado en nuestras vidas y es que, actualmente, muchas de las cosas que antes se veían como «normales», ahora, son una absoluta aberración. Y esto es importante cuando hablamos en términos de machismo u homofobia (por poner tan solo un par de ejemplos).
En esta dirección, la usuaria de Twitter @driecel compartió hace unos días un contrato que tenían que firmar las mujeres que quisiesen ser maestras en 1923, hace tan solo 100 años, y que, como veréis, es una auténtica barbaridad.
“¿Os imagináis este contrato en pleno 2023? Ejemplo perfecto de los hitos conquistados en un siglo #igualdad”, reza el post de la doctora en Comunicación, en el que también podemos ver una imagen del contrato en cuestión.
Este documento consta de 14 normas que las maestras debían acatar si querían ejercer su profesión en una escuela. ¿Cómo son las normas en cuestión? Pues absolutamente surrealistas y abusivas, como podréis comprobar a continuación.
¿Os imagináis este contrato en pleno 2023? Ejemplo perfecto de los hitos conquistados en un siglo #igualdad pic.twitter.com/BFME6fGnjw
— Diana Rubio (@driecel) February 1, 2023
La primera norma es que la maestra no podría casarse. En caso de no cumplir ese punto, el contrato quedaría anulado de forma inmediata. La mujer tampoco podría, por ejemplo, andar en compañía de un hombre o, una de las más locas, tener que estar sí o sí en su casa entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana.
Tampoco podrían “pasearse por heladerías del centro de la ciudad» y no podrían «abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados”.
Tampoco podría fumar cigarrillos, beber ningún tipo de alcohol, viajar en coche con un hombre que no fuese su padre o hermano, teñirse el pelo, vestir ropa de colores llamativos, usar vestidos que queden por encima del tobillo o maquillarse.
Además de todo esto, deberían ser poco menos que amas de casa de su propia aula: limpiarla en profundidad antes de que llegasen los niños y encender el fuego para que estuviese caliente a la llegada de estos.
Esta serie de normas, evidentemente, se aplicaban únicamente a la mujer para mantenerla ‘encorsetada’ en la rígida sociedad machista en la que vivían en aquel entonces. Y es que, lamentablemente, este tipo de exigencias eran ‘normales’ hace apenas unas décadas. Y, precisamente por eso, es tan importante seguir luchando para no perder un solo derecho más.
A vosotros, ¿qué os ha parecido todo esto?
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Fuente: La Vanguardia.
Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: