«Me miraban como a un monstruo»: la horrible experiencia de Jin tras su cirugía de párpados

Según la Asociación de Cirugía Plástica y Estética de China, las operaciones más solicitadas en el país asiático son la cirugía de párpados (o blefaroplastia) para hacer que los ojos adquieran una forma más redondeada; la operación de nariz, para alargarla y la reestructuración de la mandíbula, para hacerla más estrecha y alargada.

En muchas ocasiones, estas operaciones tienen la finalidad de alcanzar un estándar de belleza occidental que la mayoría hemos interiorizado inconscientemente como el único válido. Socialmente se considera poco atractivo todo lo que no sean ojos grandes, nariz con puente y labios carnosos con dentadura alineada (además de una piel blanca, un cuerpo delgado y un cabello liso). En consecuencia, las operaciones de este tipo sirven para proporcionar un mayor estatus y una mejor impresión de cara al resto.

 

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Se trata, al fin y al cabo, de una herencia colonial que se ha perpetuado a través de los medios de comunicación, la publicidad y las representaciones culturales y que ha provocado este fenómeno no solo en China, sino en varios países asiáticos como Corea del Sur, Japón o Taiwán. En este artículo de la BBC se especifica que, de hecho, «muchos chinos viajan a otros países, concretamente a Corea del Sur (…) para someterse a las operaciones estéticas».

La cirugía de párpados es la más común, y es que agrandar los ojos «se ha vuelto tan omnipresente [que] ya ni siquiera se considera una operación seria, sino más bien como un mero procedimiento cosmético, como el Botox», según asegura Yae-Jin Ha en Vice.

El caso de Jin

Este ha sido el caso de una mujer de 43 años apellidada Jin, según informa el Sin Chew Daily. Cuenta ella misma que se enteró de las cirugías de doble párpado gracias a una amiga, por lo que decidió dar el paso en octubre de 2019 y operarse. Lo hizo en un centro de belleza de la ciudad de Nanchang y le costó unos 20 mil yuanes (3.100 dólares actualmente).

La intervención duró unas tres horas y media, pero desgraciadamente no tuvo buenos resultados. Los párpados de Jin seguían hinchados tres meses después de aquel día, y según cuenta la gente la miraba «como si fuera un monstruo».

Al año siguiente, el centro accedió a realizarle una cirugía correctiva gratuitamente. Sin embargo, un año después de esa segunda intervención, Jin sigue insatisfecha. Añadía en sus declaraciones que su marido le había hablado sobre un posible divorcio porque «la veía fea» (algo que, por supuesto, no podemos dejar de catalogar como lamentable por parte del hombre).

De momento, la mujer no ha tenido suerte con la demanda interpuesta y la reclamación de una indemnización, ya que el hospital se ha acogido a la firma del documento que la mujer realizó antes de operarse (en el que se especificaba que la cirugía no garantizaba la simetría en los párpados).

El de Jin no es un caso aislado. Si bien cualquier intervención quirúrgica conlleva sus riesgos, muy probablemente estemos hablando de una negligencia médica. El negocio de la cirugía plástica es tan lucrativo en los países mencionados que hay médicos no cualificados realizando este tipo de operaciones.

En 2019, por ejemplo, una mujer china fue noticia por haberse gastado 13.000 yuanes en una cirugía estética de doble párpado tras la que no pudo cerrar completamente los ojos (ni siquiera cuando dormía).

¿Cómo crees que podría evitarse la proliferación de este tipo de operaciones?

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