Chantelle Broughton es una mujer británica de 29 años que el pasado mes de abril dio a luz a dos mellizos llamados Ayon y Azirah, pero la genética ha sido muy caprichosa ya que el niño es blanco con ojos verdes y la niña, negra con ojos marrones. Según los expertos, la probabilidad de que esto suceda es de una en un millón… así que estamos frente a un caso único.
La importancia de la genética
Para entender el porqué, tenemos que analizar el árbol genealógico de los progenitores. El abuelo materno de Chantelle es nigeriano y el padre de los niños es medio jamaicano medio escocés.
Chantelle está encantada con la familia que ha formado: «Estoy muy feliz de que salieran tal y como son. Nuestra propia única pequeña familia. Azirah era un poco más oscura al nacer y con el paso de la semanas ha llegado al punto de ser más oscura que su padre».
La madre asegura que los recién nacidos también tienen diferentes personalidades: «Nuestros amigos y familia todavía dicen que no se lo creen. Azirah es relajada y tranquila, mientras que Ayon quiere más atención». Ve otras diferencias en su apariencia como, por ejemplo, el pelo: «Azirah tendrá el cabello grueso y ondulado, y el de Ayon será completamente diferente. Puedes sentir la diferencia en la textura (…) pero se miran mucho ahora y sonríen más».
La gente no se lo cree
¿Qué os ha parecido esta historia? ¿Conocéis algún caso en vuestro entorno?
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Por último, esperamos que esta cabra te alegre el día: