La sexualidad en una relación, en una pareja, se encuentra en constante cambio. Las personas cambian a lo largo del tiempo, tienen diferentes necesidades y, por lo tanto, lo mismo pasa con aquellas cosas que hacen en la intimidad. Esto, además, varía mucho en función del tipo de persona que somos y de las características de nuestro contexto; son muchos factores que, por lo general, evolucionan de forma simultánea, a veces para bien… y otras, no tanto.
¿Por qué hay épocas en las que nuestra pareja nos atrae un montón y otras en las que, en cambio, no sentimos ningún tipo de deseo sexual hacia ella? Pues bien, esto tiene una explicación compuesta por varias partes que ahora os contaremos porque, como todo en esta vida, la cosa no es tan sencilla.
Descuido de nuestra salud mental
La ansiedad es una de las mayores enemigas de cualquier persona en cualquier momento de sus vidas. Una situación de malestar en tu trabajo o con tu familia puede generar un grado alto de ansiedad, y ello repercute de forma directa en nuestra interacción con nuestra pareja, disminuyendo nuestro lívido y, por lo tanto, nuestro nivel de deseo sexual. El cuerpo es muy sabio y, si necesitamos muchas energías para superar una situación, las tomará de otros aspectos de nuestra vida… y el sexual suele ser el primer perjudicado.
Aburrimiento en las relaciones
Es normal que, cuando empezamos con nuestra pareja, el sexo sea muy divertido, variado y que, en cada encuentro, sintamos una pasión desorbitada. Pero el tiempo pasa y, al entrar en la rutina, puede que esa magia del inicio se disipe.
Aquí lo importante es cambiar los hábitos y, poco a poco y a lo largo de los meses, ir introduciendo nuevas prácticas y variaciones en nuestras relaciones. Una cosa que suele funcionar es dedicar más tiempo a los preliminares, utilizar juguetes sexuales y postergar un poco la penetración; la cuestión es establecer nuevas rutinas que puedan despertar de nuevo nuestro deseo.
Cuidado con el autoestima
Si te falta autoestima, lo más probable es que tus ganas de mantener relaciones sexuales caigan (y mucho). Mantener relaciones íntimas requiere, por lo general, exponer nuestro cuerpo por completo… pero es que, claro, nuestro cuerpo cambia con los años y puede que no siempre nos guste cómo está quedando.
Si, por ejemplo, ganamos unos kilos, puede que nuestra autoestima caiga al vernos «peor», y esto puede provocar que tengamos menos ganas de exponernos a la otra persona y, a su vez, nos «odiemos» a nosotros mismos por eso.
Los cambios hormonales
El ciclo menstrual, por descontado, puede modificar nuestras ganas de tener relaciones, haciendo que nuestro lívido suba o baje de forma algo aleatoria. Pero hay otras cuestiones que pueden modificar nuestras hormonas, como haber pasado el coronavirus o el consumo de determinados medicamentos.
Demasiadas preocupaciones en el hogar
Puede darse el caso que, al irte a vivir con tu pareja, te encuentras que, de repente, tú eres la persona que se encarga de casi todas las labores del hogar. Esto puede provocarte mucha ansiedad, cansancio y una sensación prolongada de disgusto por el hecho de que la responsabilidad no sea compartida.
Por desgracia, en muchas parejas, esta carga suele recaer exclusivamente en la mujer y eso, con el tiempo, suele transformarse en una pérdida de apetito sexual por su parte. Solucionar este reparto desigual puede mejorar bastante la falta de lívido sexual.
A vosotros, ¿qué os han parecido todos estos tips?
Si os ha gustado este artículo recordad que más abajo podéis disfrutar de otros que, con casi total seguridad, os resultarán igualmente entretenidos… o eso esperamos, porque la verdad es que los hemos hecho con mucho cariño.
Fuente: Yasss.
Por último, esperamos que este erizo te alegre el día: